6/07/17

MES DEL SAGRADO CORAZÓN, DÍA 19

DÍA DÉCIMO NOVENO

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ACTO DE CONTRICIÓN

¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros!
Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.


DÍA DÉCIMO NOVENO
PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN,
POR EL PONTIFICADO ROMANO

I
Hemos llegado ya a la última novena de este Mes del Sagrado Corazón. Ya es hora que pensemos en dirigirnos a Él con nuestro fervor, para rogarle en estos últimos días por las necesidades más urgentes de la sociedad humana. Por las nuestras particulares hemos rogado cada día y podemos seguir haciéndolo en el fondo de nuestro corazón. Por estas otras nuestra oración debe ser pública y común, como son ellas públicas y comunes. Dediquemos, pues, el día de hoy a rogar al Sagrado Corazón por el Pontificado Romano. Y ¿por qué otro podríamos ofrecer con preferencia nuestra más eficaz oración? Es el Pontificado Romano el centro de toda la vida católica sobre la faz de la tierra, base de su edificio, cabeza visible del cuerpo espiritual del cual Cristo es cabeza invisible.
Es, por lo mismo, el objetivo privilegiado de las más violentas iras del infierno. Alrededor de su trono rugen con furor sin igual todas las tempestades de la impiedad. Muchos, despechados, le dirigen brutales amenazas; otros, pérfidos y capciosos, le tienden astutas amenazas.
¿Podrá un hijo fiel de la Iglesia dejar sola la Sede de San Pedro en esos duros combates? ¿Podremos no acudir al Sagrado Corazón por esta primera y más urgente necesidad de nuestros días?
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Cubre con tu escudo de protección al Pontificado Romano, a quien has constituido en la tierra como la Sede que ha de guardar nuestras almas en lugar de Ti. Asístele, defiéndele, hazlo vencedor en todas sus luchas.
Medítese unos minutos.
II
De todos los deberes del buen católico, el deber de rogar por el Pontificado Romano es, sin duda, el primero y principal. ¿Qué familia hay en la cual los hijos no se crean obligados a prestar toda clase de auxilios al padre de ella? Aquí la gran familia es el Catolicismo, y el Pontificado Romano hace las veces de padre. Nosotros somos sus hijos, y los auxilios principales que necesita son los de nuestra fervorosa y constante adhesión.
Es cierto que quizá nos hemos portado como extraños o indiferentes. ¿Estamos seguros de haber cumplido siempre la obligación de buenos hijos? No sea que esta dejadez nuestra sea motivo de acusación en el tribunal de Dios. No permanezcamos más en esta frialdad y olvido.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Esta quiero que sea mi petición constante en tu presencia: ¡Salva el Pontificado Romano! Concede autoridad y fuerza a sus palabras; haz que este mundo indócil respete la voz de su Magisterio Infalible; haznos sobre todo a nosotros obedientes y sumisos a sus enseñanzas de Cátedra de la Verdad. Que sean confundidos y disipados los quieren el mal; que vuelvan en sí los que se han extraviado con doctrinas extrañas; que vuelvan jubilosas al amoroso Redil las ovejas que se han apartado de su rebaño.
¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Por los méritos de tu Cruz, por el valor infinito de tu Sangre, por los azotes y las espinas de tu Pasión, dale a tu Pontificado sobre la tierra lo que por él te pedimos en el día de hoy.
Medítese y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mirad que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de vuestras divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad… A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómadlo Vos, y dame en cambio lo que sabeis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.

MES DEL SAGRADO CORAZÓN, DÍA 30

DÍA TRIGÉSIMO Audio ACTO DE CONTRICIÓN ¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de am...